Moscú inició los ataques para tomar Idlib y darle la
victoria final a Damasco y a su socio iraní. Pero Washington, que no participa,
reclama que se detenga la ofensiva.
Idlib, el último gran bastión de los rebeldes sirios,
está a punto de caer bajo una ofensiva conjunta de bombarderos rusos y tropas
del régimen. Pero esta crucial batalla, que sería el punto final de la guerra,
se produce en medio de una fuerte disputa con Estados Unidos, quien amenazó con
responder con todo su poder militar si Siria utiliza armas químicas.
“Seamos claros, se mantiene nuestra posición de que si el
presidente Bashar al Assad elige de nuevo usar armas químicas, Estados Unidos y
sus aliados responderán rápida y apropiadamente”, dijo la vocera de la Casa
Blanca, Sarah Sanders. “El presidente Donald Trump advirtió que tal ataque
sería una escalada imprudente de un conflicto ya trágico, y que pondría en
riesgo la vida de cientos de miles de personas”, agregó.
Esta declaración ocurrió horas después de que el propio
Trump exhortara a Siria, Turquía, Rusia e Irán -aliados en este conflicto- a
evitar un ataque contra Idlib ante el temor de que provoque “tragedia humana”.
“El presidente Bashar al Assad no debe lanzar
imprudentemente un ataque contra la provincia de Idlib. Los rusos y los iraníes
estarían cometiendo un grave error humanitario si toman parte de esa potencial
tragedia humana. Cientos de miles de personas morirían. No permitan que ello
ocurra”, apuntó el mandatario estadounidense.
En línea con esta política, Washington impulsó para este
viernes a una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con el
objetivo de tratar el conflicto. El asunto de Idlib “es serio”, justificó Nikki
Haley, la embajadora estadounidense en la ONU.
El organismo ya le había pedido a rusos y sirios que
eviten una matanza de la población civil. “Intentemos evitar que la que puede
ser la última gran batalla del conflicto territorial sirio acabe en un baño de
sangre”, pidió Staffan de Mistura, enviado de la ONU para la paz en Siria.
Pese a todas las advertencias, los bombarderos rusos ya
comenzaron con los ataques puntuales sobre focos rebeldes en gran parte de la
provincia de Idlib, ubicada en el norte del país, sobre la frontera con
Turquía. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los bombardeos
afectaron 24 regiones y dejaron una docena de muertos civiles, entre ellos
cuatro niños.
Moscú sostiene que la ofensiva busca “resolver el
problema” de la provincia, considerada un “nido terrorista” por rusos y sirios.
“No hay lugar para los terroristas en Siria y el gobierno sirio tiene pleno
derecho a perseguir su aniquilación en su territorio. Nadie puede discutir
esto”, argumentó el Canciller ruso, Serguéi Lavrov.
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